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La preocupación hecha pública a partir de la convocatoria de un grupo de artistas plásticos permite constatar el estado edilicio del añoso e histórico inmueble del Museo Pedro E. Martínez. La situación es tal que hace temer por la preservación de valioso patrimonio, en particular el conjunto de obras del célebre Pintor de la Patria.
Desde hace cinco años las pinturas están allí. Son patrimonio de todos. En 2006 el Estado entrerriano las adquirió con beneplácito y regocijo de la comunidad provincial para darles un destino definitivo en condiciones acordes a su jerarquía en un sector especialmente acondicionado del Museo Provincial de Bellas Artes Dr. Pedro E. Martínez. Tras una ardua lucha legal, y luego de un proceso de años plagado de dificultades, negociaciones, avances y retrocesos, el valioso conjunto de obras realizadas por Cesáreo Bernaldo de Quirós, regresaba a casa.
Las pinturas fueron recibidas el 29 de diciembre de aquel año, con un acto que tuvo como testigo a centenares de personas. La decisión –que contaba con el aval personal del entonces gobernador Jorge Busti y el actual subsecretario de Cultura de la provincia, Roberto Romani– había tenido un costo de casi un millón de pesos para el erario provincial e incorporaba al Estado un patrimonio tasado en ese entonces en una cifra millonaria. En concreto y tal como lo anunciara meses antes Claudia Mizawak, desde la Fiscalía de Estado, el conjunto había sido adquirido tras llegar a un acuerdo para que pasaran definitivamente a ser patrimonio de la Provincia, por un monto de 328.695 dólares (algo más de 990 mil pesos a mediados de ese año).
Podía fantasearse entonces que el artista gualeyo, aprobaba desde el más allá, el acontecimiento.
En 2011 las pinturas continúan allí, en tres salas del Museo. Siguen esperando a quien quiera acercarse, al observador que desee apreciarlas, disfrutarlas. Aunque ya no son las mismas. No es que hayan sido sustituidas; felizmente no es ese el caso. Pero hoy, frente a la vista de todos, el valioso conjunto de cuadros del que recibió el calificativo de Pintor de la Patria, clama –si es que así puede decirse– por ayuda.
No hace falta ser un experto para entender la razón. Y todo aquel que quiera comprobarlo no tiene más que llegar al museo, recorrerlo y, finalmente, ingresar al sector en el cual se expone la veintena de obras de Quirós. Salta a la vista que las condiciones edilicias y ambientales distan de ser las adecuadas para su preservación. El olor a humedad envuelve al visitante. Las manchas en techos y paredes del centenario inmueble –que dan cuenta del chorreado y el avance de la humedad bajando desde los techos– parecen marcas de una escenografía surrealista. En medio, las magníficas obras sufren y su estado desmejora a ojos vista.
El proceso de deterioro en algunas de las telas es tan evidente que aún el ojo del neófito, no ya del experto, detecta inmediatamente la presencia de alteraciones en su superficie.
Urge, en tal sentido, tomar decisiones y determinar un curso de acción. Una de las premisas del texto periodístico indica que es menester un cuidadoso manejo de la adjetivación. En este caso, la cautela y mesura necesarias indicarían que la situación es ciertamente “crítica”. Con mayor energía podría señalarse que se trata de un “colapso”. Y si la intención admitiese la vehemencia suficiente, podría indicarse que es un “escándalo”.
ACCIONES. La consulta más inmediata dirige la pesquisa al interior del museo. Ante la consulta de EL DIARIO, su director desde hace ocho años, el reconocido y premiado artista plástico Alfredo Godoy Wilson, precisó que “casualmente ayer (por el jueves) acaba de terminar la impermeabilización de los techos en el sector más afectado por el problema de humedad”.
Los trabajos, realizados por personal de la Dirección de Arquitectura de la provincia que actuó luego de la inspección previa y de acuerdo al informe técnico elevado por el responsable del Área Patrimonio de la Subsecretaría de Cultura, Gabriel Terenzio, “son una primera etapa que comprende la biblioteca, la Sala Quirós y la sala principal. En una segunda etapa se espera llamar a licitación para continuar al resto del edificio”, agregó Godoy Wilson, quien declinó brindar fechas en cuanto a los plazos para llevar adelante las tareas.
El directivo consideró que el museo “va a quedar como nuevo, al menos en lo relativo al problema de la cobertura en techos”, aunque, señaló, “luego habrá que avanzar en el repintado de paredes y techos desde el interior”. Para el visitante desprevenido que accede al lugar, la situación puede resultar difícil de asimilar. La pintura salta, desprendida de las paredes, y en amplios sectores los techos y juntas se ven ennegrecidos por la presencia de hongos.
Por su parte, el subsecretario de Cultura, Roberto Romani, ante la consulta efectuada por este medio admitió estar al corriente de la situación y coincidió con Godoy Wilson en destacar los trabajos realizados. Ante la pregunta sobre si es posible que estas condiciones ambientales puedan llegar a afectar a las pinturas y cuál es su estado actual y si existen riesgos, el funcionario señaló que “técnicamente el director (Godoy Wilson) me comunicó que las obras están bien”.
En el mismo sentido, el titular del Museo afirmó: “Esto no ha afectado para nada a las obras”, y subrayó tener la “certeza” de que están bien aunque, agregó, “cuando haya que realizar los trabajos de rasqueteado y repintado de las salas, las obras deberán ser retiradas y trasladadas a un lugar adecuado”.
Por otra parte, en relación al estado del sistema climatizador que debe mantener condiciones de temperatura y humedad constantes en el lugar, el directivo indicó que el mismo “funciona correctamente”.
Sin embargo, personal del Museo indicó que en días con precipitación pluvial intensa, la humedad que desciende por las paredes genera inconvenientes en el sistema eléctrico por lo cual los mecanismos preventivos (llaves y fusibles térmicos) desconectan el sistema por lo que el mecanismo de climatización debe ser reconfigurado nuevamente cada vez.
PREOCUPACIÓN. Las gestiones formales para solucionar la cuestión comenzaron entonces a transitar el lento camino del fárrago administrativo hace un año, cuando desde el museo se solicitó a Cultura refacciones en el edificio.
Por entonces, coinciden los testimonios de empleados, comenzaba a notarse el problema de filtración de humedad en paredes y techos. No sólo el estado edilicio, que requiere ya una intervención profunda e integral, sino también la necesidad de mantenimiento. Tirando aún más del hilo, la inquietud en el personal de la institución se cristalizó formalmente a mediados de mayo. Una nota firmada por la empleada a cargo del Departamento Técnico, fechada el 27 de mayo pasado, y redactada tras una jornada lluviosa, el 24 de ese mes, da cuenta formalmente de la preocupación por la presencia de charcos en los pisos de las salas y agua que chorrea por la boca de los aparatos colocados para refrigerar los ambientes. El texto expresa la inquietud por las condiciones de humedad y temperatura, inadecuadas para la preservación de las pinturas y manifiesta la preocupación por la aparición de hongos detrás de la obra Autorretrato en Nueva York, colgado sobre la pared lindera con el Autómovil Club Argentino.
En otro memo redactado el 8 de agosto pasado, se expone puntualmente la preocupación por el estado de dos obras. En La granja roja, indica el texto “se ha observado un daño concreto y visible a simple vista” y destaca que la tela “está cubierta de hongos y con aparente oxidado en innumerables puntos”. Señala asimismo que Autorretrato en Nueva York “está cubierta por una capa de hongos”. El resto de las obras, en mayor o menor medida –como el caso de la hermosa Flor campera–, advierte, “presentan los mismos daños” o de tenor similar.
El informe concluye con la solicitud, como medida preventiva, de que las obras “sean retiradas de la sala hasta tanto sean diagnosticadas concretamente por un especialista en prevención y restauración”.
“Es urgente acondicionar el lugar”, insisten desde el interior de la institución. Y mientras tanto, repiten que hay que trasladar los Quirós a un ámbito que presente condiciones ambientales adecuadas. Allí, además, evaluar su estado y, en los casos que sea necesario, someterlos a los procesos de limpieza y restauración. “Es algo que debería encararse de manera urgente”, reclaman, “mientras se procede a acondicionar el lugar”.
Tristeza
Las pinturas están allí. No pueden defenderse. Son objetos. Testigos silenciosos e impotentes si es que valen los adjetivos, del paso del tiempo. Los Quirós que alguna vez fueron recibidos con algarabía por los entrerrianos aguardan el destino que merecen, acorde con la jerarquía del trabajo y del talento de su autor. No entienden de tiempos administrativos ni trámites burocráticos. Es clave tomar decisiones y emprender acciones que otorguen solución definitiva a los inconvenientes que generan los problemas que aquejan a estos cuadros.
En realidad, los hechos y el sentido de la ubicuidad indican que lo que debería plantearse es una intervención integral sobre el añoso edificio que no fue concebido para la función que desempeña y presenta síntomas evidentes de agotamiento. Encarar un proyecto que brinde respuestas a largo plazo y permita al museo cumplir integralmente con el objetivo con el que fue fundado por un grupo de personalidades, entre ellos Pedro Martínez: contener, preservar, resguardar y proyectar un patrimonio orgullo para la provincia.
Da tristeza. ¿Será capaz la misma comunidad que luchó para que regresen a la provincia, de movilizarse también para que se generen las condiciones que este legado se merece?
Publicado por: El Diario de Paraná.
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