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martes, 20 de diciembre de 2011

La biblioteca y sus tesoros heredados

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En la Biblioteca Provincial de Entre Ríos se pueden encontrar los casi 5.000 libros que reunió durante su vida Marcelino Román o los anaqueles repletos con los ejemplares que alguna vez fueron de Elio C. Leyes, Celia Montoya, Luis Sadi Grosso o el ex gobernador Sergio Montiel. Ni que hablar del fondo Antonio Serrano que da origen a la institución o los 18.000 libros que se esperan por donación de la historiadora Beatriz Bosch. El valor de la generosidad que siembra cultura. La emoción de los familiares que pasan de vez en cuando a acariciar los libros que tocaron sus seres queridos, ya ausentes.

Investigadores, estudiantes avanzados de diferentes carreras, profesionales y especialistas de los más heterogéneos. Todos los días acuden lectores diversos, la mayoría con propósitos bien definidos, a la Biblioteca Provincial de Entre Ríos, ahí en calle Alameda de la Federación 278, donde funciona desde el 11 de agosto de 1987.
También, de vez en cuando, asoma otro tipo de visitantes, con un aire diferente, para plantarse frente a un anaquel determinado y tener un rato los libros en las manos: buscan marcas, palabras escritas en manuscrito, llamados de una letra conocida y dibujada por una mano querida.
Con frecuencia visitan el lugar parientes de hombres y mujeres –artistas, intelectuales, pensadores– que alguna vez decidieron legar su biblioteca, o parte de su biblioteca, para alimentar la institución provincial fundada allá por noviembre de 1974, justamente a raíz de una donación: la del profesor Antonio Serrano.

PASOS. Una sala de lectura cálida y muy luminosa da la bienvenida a los lectores que abren la puerta cancel de ingreso a la biblioteca. A mano izquierda está la Dirección y a mano derecha la biblioteca propiamente dicha. Buena parte de los más de 80 mil volúmenes que conforman ese laberinto de estantes y libros, son el resultado de donaciones, hay algo también de adquisición propia, producciones provinciales y gentilezas editoriales.
Nadie tiene más libros de autores de esta tierra: la Biblioteca Provincial cuenta con un catálogo de 8.000 títulos con firmas entrerrianas y el orgullo de albergar colecciones completas de artistas, profesionales e intelectuales de renombre que resolvieron dejar, además de sus obras y trayectos, un legado tangible para las generaciones siguientes.
Los libros de Antonio Serrano, por ejemplo, están todos reunidos en una habitación de más de siete metros por cinco, toda repleta de estanterías y bien iluminada con ventanales que dan hacia Alameda de la Federación. Hay más de 10.000 libros, la mayoría especializados en arqueología, antropología, artes y una importantísima obra dedicada al folclore.
“Hay muchas publicaciones periódicas también, revistas universitarias y su archivo personal, con toda su correspondencia, documentación, cartas con científicos de la época”, enumera la directora de la Biblioteca Provincial, Silvia Biale de Bergara.

ORIGEN Y LEGADO. En 1974, el profesor Antonio Serrano efectuó la donación de su biblioteca al Estado provincial con la condición de que a raíz de ese legado se cree una biblioteca, finalmente constituida en marzo de 1975 con la promulgación de la Ley 5.593, que acepta la donación del arqueólogo y crea el organismo. Al gesto de Serrano le siguen muchos otros, de diferentes personalidades de la provincia, destacados en distintos ámbitos: el ex director de la Escuela Normal Carlos Cejas fue uno de ellos; también el escritor Carlos Álvarez nacido en Buenos Aires pero con pleno desarrollo literario en Paraná; Carlos Dángelo; Marcelino Román “con casi 5.000 libros, de mucha literatura naturalmente, pero también folclore americano, argentino y antropología”, añade Biale; la doctora Celia Ortiz de Montoya aportó una colección repleta de libros dedicados a educación, filosofía, pedagogía y cultura general y el poeta Luis Sadi Grosso dejó lo suyo con muchos trabajos sobre Entre Ríos, literatura y humanidades.
La biblioteca del viejo Banco de Entre Ríos, que lleva por nombre Rodolfo Salinas, tuvo idéntico destino, al igual que los libros de Benito Trucco y la profesora de historia Martha Raimundo, que en plena actividad resolvió realizar la donación. Del mismo modo, un escritor mendocino, agradecido por la gentileza del personal de la biblioteca para responder algunas inquietudes y pedidos de material, entregó parte de sus ejemplares. El profesor Melela, especialista en lenguas clásicas, y el comunicador Sergio Solomonoff obsequiaron sus libros y también lo hizo el recordado escritor Antonio Rubén Turi, el profesor Elio C. Leyes y el bibliotecario Francisco Berón Villa.

ULTIMOS. Una de las últimas donaciones fue la del ex gobernador Sergio Alberto Montiel, que comenzó el proceso hace ya varios años y lo finalizó pocos meses antes de su fallecimiento. Montiel, es sabido, tenía una voluminosa biblioteca que ahora ocupa un lugar en los estantes del organismo al que le dio su actual destino durante su segunda gestión en el 87. En su legado hay libros de importante valor como la colección completa de la Enciclopedia Espasa Calpe, conformada por 116 volúmenes; hay también clásicos de la literatura universal del siglo XVIII y mucho material de geopolítica.
Los fondos donados jamás se mezclan con otros, es una de las condiciones sine qua non: cada uno tiene un espacio determinado y un sello propio.
Justamente hay una habitación de la Biblioteca Provincial con estantes móviles de metal, con sus respectivas puertas metálicas, con el propósito de evitar la humedad y el polvo, especialmente acondicionado para una vastísima donación por venir: el fondo Beatriz Bosch.
En junio de 1991 la historiadora entrerriana, que acaba de cumplir 100 años y reside en Buenos Aires, ofreció legar sus libros al organismo provincial y ya en noviembre del mismo año se efectivizó la donación ante el escribano mayor de gobierno, dejando de momento el usufructo del material para su dueña hasta tanto resuelva el traslado, que finalmente se efectuará durante los próximos meses. La biblioteca Bosch, comenta Silvia Biale, generó interés y hasta una oferta concreta de una institución norteamericana que le puso un importante valor en dólares, pero la intelectual rechazó de plano esa posibilidad: sus libros, todos sus libros, serán material de consulta de fácil acceso para sus coterráneos.
De esta forma, en pocas semanas, unos 18 mil ejemplares de gran valor, muchos de ellos de historia y literatura, serán incorporados al patrimonio de la biblioteca, marcando otro mojón en la historia de una institución donde palpita la producción de esta tierra y se celebra, con materiales concretos, de letra y papel, la generosidad de los creadores y pensadores que decidieron legar nada menos que el centro mismo de su pasión para su comunidad y sus continuadores.

Escritos

No es raro que familiares de los benefactores de la Biblioteca Provincial la visiten para revisar los libros sus seres queridos que ya no están. Dicen los bibliotecarios que se quedan ojeando los ejemplares, se fijan en las anotaciones manuscritas, acarician las hojas de los libros y después se van. Muchos de los artistas y pensadores que donaron sus bibliotecas tenían por costumbre hacer anotaciones, subrayar o incluso debatir ideas con los autores de tal o cual trabajo. Ese era el caso de Marcelino Román, que incluso señalaba sus desacuerdos o aplaudía los aciertos del autor que estaba leyendo. Señales que lejos de entorpecer la lectura de los libros que dejó el escritor, en este caso le añaden un valor particular, especial, como si uno estuviera ese momento en comunión con el maestro que acompaña el proceso espiando por encima del hombro en una celebración compartida.

Publicado por: El Diario de Paraná.

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