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martes, 25 de enero de 2011

“Ni odio ni venganza, es una historia de amor”


En abril comenzará a rodar Estela. Cómo construirá a la emblemática presidenta de Abuelas. En qué se parecen y en qué se diferencian.
Por Raquel Roberti

Cuando era niña miraba la mesa de trabajo de su padre y no entendía por qué ese revoltijo de libros de pintores, telas a medio pintar y bosquejos de futuros cuadros, se salvaba cada semana de la limpieza general hogareña. Ahora, Susú Pecoraro replica ese lugar en un cuarto de su casa que funciona como improvisado atelier: sobre la mesa acumula reportajes y videos de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a quién interpretará en una película que comenzará a rodar en abril. Lo último que arrojó sobre esa mesa fue un par de aros: “Ayer la vi con una bijou turquesa y enseguida fui a buscar algo de ese color, en un alhajero encontré unos aros turquesa que eran de mi abuela y los dejé ahí, los veo, no es que los vaya a usar, pero están”, cuenta la actriz para graficar cómo se prepara para este nuevo desafío en su carrera.

–Interpretó a Camila y ahora le pondrá el cuerpo a Estela, dos mujeres importantes en diversos momentos de nuestra historia, ¿qué otra cosa tienen en común?

–Son historias de amor, aunque parezca mentira. El amor de Camila por Ladislao la salvó del rechazo social de su época y tuve que transmitir ese amor, que no se logra con el encuentro y el beso, para que no quedara en la calentura de una chica con un cura. Fue difícil porque la cámara siempre muestra lo que te pasa adentro, más allá de las formas; tuve que mantener durante el día un estado mezcla de ansiedad, culpa, deseo y amor, para que al grabar mi acto mínimo trascendiera lo que pasaba por la cabeza. La de Estela también es una historia de amor, es algo que tenía de antes en su ser y pudo transformarlo, ante un hecho inesperado y terrible, para hacer lo que hizo, que no es otra cosa que lo que hizo con ella. No hay resentimiento, odio ni venganza; hay valores muy altos y si eso no es amor… Desde ahí partiré para hacerla y va a ser muy lindo.

–¿A qué apelará de usted misma para lograrlo?

–En la reunión que tuvimos vi en ella algo que me sirve de base para empezar a trabajar: un espíritu alegre y fresco. Tiene en su vida un hecho trágico, pero dice “ni loca salgo a la calle sin maquillarme” y yo soy lo opuesto, hippie, rea, de cara lavada, nada me saca de las zapatillas y el jean, estoy más del lado de cómo era Laura. Soy una cachorra cariñosa, me agarro de la gente, la abrazo, pero de joven tuve que cuidarme porque se interpretaba mal. Ahora, esta mujer grande que estoy siendo me da la posibilidad de ser cada vez más libre, de largar la cosa maternal, y entonces sé de qué habla Estela, sé que se relaciona con una sensualidad que no perdió por haber perdido una hija. Tiene esa cosa de señora de su época, que no se puede ver mal arreglada, tiene fresca la alegría. Se queda más quieta que yo, se instala y por ahí mueve una mano, la estuve observando en esa charla que tuvimos y me dio muchísimas cosas para trabajar, es muy transparente, muy generosa, está muy conectada. Esa es la Estela en la que me voy a meter.

* La entrevista completa en la edición impresa de Veintitrés.

Publicado por: Revista Veintirés.

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