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domingo, 21 de noviembre de 2010

ALFREDO VEIRAVÉ


El 22 de Noviembre de 1991 fallecía el Poeta Alfredo Veiravé.

PALABRAS PRELIMINARES

ADIÓS AL POETA ALFREDO VEIRAVÉ

la muerte echó los dados
y la profundidad de los cielos exulta
por la noche que sobre mí se desploma
Georges Bataille

Estimado Alfredo:

Si le dijese que tengo el corazón hecho pedazos seguramente me contestaría con su habitual sentido del humor: “Para esa desazón del alma suya le mando un beso del próximo verano”.

Pero como ya no habrá próximo verano para usted, se lo diré de otro modo porque estamos desolados por su partida (aunque un poeta nunca se marcha del todo), y andamos por la ciudad aún atontados por la noticia (con el corazón hecho pedazos).

Porque leo y releo su carta fechada “19 de nov. 91” (que todavía late), y me apena pensar que nunca más podrá mantener ese diálogo poético entre poetas que, según Heidegger, es el auténtico coloquio con la Poesía, tal como lo vivió este último octubre (sin presagios) en el VI Encuentro de Poetas del Mundo Latino en México D.F., con “esas felicidades que se llaman Octavio Paz, Juan Gelman, Alvaro Mutis y Gabriel García Márquez” (ese poeta de la novela, pues ¿qué menos es “Cien años de soledad”?). O en Mendoza, leyendo con sus amigos Alejandro Nicotra, Horacio Castillo, Raúl Aráoz Anzoátegui, Jorge Calvetti y Horacio Armani. Encuentros de los cuales salió “rejuvenecido por sentir la Poesía como Fuente de Juvencia”.

Porque le había preparado otra respuesta en clave de humor pero usted ya no está en Resistencia dudando entre un Klee o un Marx Ernst para la tapa de su “Laboratorio Central” (aunque su presencia sigue ocupando el nítido espacio de siempre).

De todas maneras le cuento que esa respuesta (cruel ironía) la escribía en la serena madrugada del 22 de este noviembre ensombrecido. Y digo serena ya que para mí las noches no tienen el mismo significado que para Alejandra (obviamente, ellas tampoco me contienen con idéntica magia), pues en muy pocas oportunidades fui expresamente invitada a “ir nada más que hasta el fondo”, quizá porque si “la rebelión consiste en mirar una rosa / hasta pulverizarse los ojos”, prefiero usar el velo de la mansedumbre debajo del cual se consigue un efecto parecido pero ubicado en una coordenada diferente, por lo que termina resultando sencillo estar de acuerdo con Artaud cuando proclama la buena salud mental de Van Gogh frente a una sociedad deteriorada, cuya conciencia enferma tiene el máximo interés en no salir de su enfermedad. Aunque, en los días que corren, es posible hablar lisa y llanamente de “conciencia retorcida”.

¿Qué otra razón más valedera podríamos encontrar para entender la tremenda soledad de la poesía si “Ella”, como la llamó Juanele, es la que “anuda hilos entre los hombres”, aunque “no busca nunca, no, ella…/ espera, espera, toda desnuda, con la lámpara en la mano, / en el centro mismo de la noche”. Si Ella es la experiencia profunda del misterio, como señala Juarroz.

Y si es el poeta quien, en definitiva, revela porque se rebela ante la oscuridad del paso de los días, expresado en un aturdido y confuso correr entre la luz del sol y la luz artificial. Si es él el que siempre demuestra su valor haciendo altos para internarse en la propia oscuridad buscando esa llama intransferible, que es la única que redime porque nos permitirá encontrar el muy angosto sendero que conduce al bello resplandor que se oculta detrás del temible y poderoso rostro de la muerte. Si es quien mejor comprende que “la cultura no es simplemente la suma de diversas actividades sino un modo de vida”, como bien dice Eliot.

En fin, voy a dar vuelta la página porque prefiero expresarle:

Gracias, Alfredo, por su poesía y por su constante trabajo en favor de la poesía, pues “alguna vez, no siempre, guiado por el radar / el poema aterriza en la pista, a ciegas / (entre relámpagos) / carretea bajo la lluvia, y al detener sus turbinas, descienden / de él, pasajeros aliviados de la muerte: las palabras”.

Gracias por su mano siempre tendida a todos aquellos que ponemos el alma para merecer el preciado titulo de Poeta.

Y, por último, gracias por tener dentro de usted tantas flores de lapacho que le enriquecieron la vida, como la poesía.

Ketty Alejandrina Lis

DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS

Nació en Gualeguay, Entre Ríos, 1928 y falleció en Resistencia, Chaco, el 22 de noviembre de 1991. Alfredo Veiravé fue un gran estudioso de la poesía de América Latina.

Libros publicados

  • El río y tu presencia, 1951
  • Después del Alba, el ángel, 1955
  • El ángel y las redes, 1960
  • Destrucciones y un jardín de la memoria, 1955
  • Puntos luminosos, 1970
  • El Imperio Milenario, Editorial Sudamericana, 1974
  • La máquina del mundo, Editorial Sudamericana, 1977
  • Historia natural, Editorial Sudamericana, 1980
  • Radar en la tormenta, Editorial Sudamericana, 1985, entre otros.
Publicado por: poeticas.com.ar

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