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martes, 16 de noviembre de 2010

“Darse cuenta...”

"Quienes imaginan la Biblioteca sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: la Biblioteca es ilimitada y periódica."
La Biblioteca de Babel – J. L. Borges

A veces me ocurre, y creo que a usted también, que las cosas más cotidianas nos pasan desapercibidas, por esa misma razón, por ser cotidianas, comunes, casi lógicas en la vida de una persona. Y es por eso que también muchas veces habrá oído esa frase tan común “uno no se da cuenta del valor de las cosas hasta que se pierden”. Gran verdad teñida de filosofía pueblerina. Pues le diré que a mí me ha pasado lo contrario, amigo. También, con el diario, con nuestro diario El Debate Pregón, crucé esa etapa de “logicidad cotidiana” (si cabe la expresión), que en un pueblo como el nuestro, en una familia de origen muy humilde como la mía, se traduce desde la lectura ávida de las noticias, hasta la envoltura de la vajilla que mamá guardaba religiosamente.
Muchos años después, cuando ya el diario fue el recurso casi infaltable en mi querida escuela rural Nº 36 “Juan F. Seguí”, fui aquilatando su verdadero valor como fuente textual (desde la narrativa hasta la superestructural), histórica, y de dinámica de una ciudad con sus avatares políticos y culturales. Allí aprendieron a leer y entonar correctamente nuestros niños, allí aprendieron a hacer líneas de tiempo con el seguimiento de una noticia, allí se empaparon de la actualidad de un pueblo del que lo separaban unas pocas leguas pero que en términos de distancia de saber eran muchas más.
En 2009, y en ocasión de festejar el aniversario de nuestro periódico (y digo nuestro porque lo considero parte de los hogares de cada uno de los vecinos de nuestra ciudad), descubrí el tesoro que por más de cien años me estaba contando lo que los historiadores han tardado décadas en averiguar: la historia de mi pueblo, encajada perfectamente en ese rompecabezas supertextual de la historia provincial y nacional. Me extasié en la lectura de notas y comentarios de personajes que sólo conocía, de paso, por alguna placa olvidada en el cementerio; recreé en la fantasía de la lectura de sucedidos y pormenores de los hechos que de los cuales hoy vemos los frutos: las primeras reuniones para gestionar la Escuela Normal, las renovaciones de la Sociedad Fomento, las actividades culturales de la Sociedad Española o la Sociedad Italiana; y tantas historias que nutrieron mi alma y mi corazón de un profundo agradecimiento. Agradecer por las palabras (las dichas y las elididas), agradecer por entrar a mi casa todos los días y enseñarme que hay proyectos y hay luchas, hay dolores y alegrías; agradecer por su tarea de inclemente hormiga del tiempo que guarda cual tesoro los pequeños y los grandes logros. Agradecer por ser y permanecer.
Yo pude apreciar en el diario de mi pueblo “El libro de Arena”, de Borges: “una biblioteca infinita, poblada de infinitos libros que contenían infinitas veces todos los textos posibles.”
Va mi afectuoso saludo, en un nuevo aniversario, a un patrimonio cultural de mi ciudad: EL DEBATE PREGÓN, y a todos los que día a día permiten que ese patrimonio siga fraguando la historia.

Prof. Selva A. Olivera

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