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lunes, 21 de marzo de 2011

MURIÓ ARGENTINO LUNA, EL MÚSICO QUE TRIUNFÓ CON LA SIMPLEZA RURAL

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El Gaucho de Madariaga", de 69 años, estaba internado en la Fundación Favaloro tras sufrir una descompensación renal. Con él se va una parte importante del folclore argentino, aunque perdura su legado.

Mire que lindo mi país paisano, si usted lo viera como yo lo vi". Con esa frase de uno de sus temas más populares se puede pintar a Argentino Luna. Un guitarrista, no. Un folclorista, no. Más que eso, el "Gaucho de Madariaga" fue alguien que supo expresar a la perfección el sentir del hombre de campo.

Pese a haber sido bautizado como Rodolfo Giménez por sus padres –campesinos de una posición económica muy discreta- pasará a la historia con un nombre artístico que apareció cuando grababa su primer disco. El músico se vio ante la imposibilidad de registrar sus canciones con su nombre original (porque ya estaba utilizado) y a partir de allí adoptó el seudónimo que jamás lo abandonó.

"El hombre de acá tiene gesto largo. Están el cielo y el campo, nada más". Con esa sencillez le bastaba a Luna para definir lo que a otro le hubiera requerido quizás largas frases intrincadas.

Varias veces contó que su padre, que realizó todo tipo de labores rurales, lo llevaba a caballo a la escuela (tipo rancho), mientras su madre se dedicaba a preparar la comida para los peones de Madariaga. "Tirado panza arriba, acariciando la pampa con mis manos niñas y bajo la celeste techumbre del cielo, me gastaba los días mirando el vuelo de los pájaros y escuchando el profundo silencio de la campiña bonaerense, el canto de los grillos, el grito de los teros, el mugir de las vacas, el relincho de los baguales, y el torear de los perros, mis amigos primeros e inolvidables."

Tras un paso por Villa Gesell en su adolescencia, se embarcó rumbo a Buenos Aires, ya casado y con un sueño por delante: triunfar musicalmente. La potencia de su voz, con un timbre particular y una cadencia propia del hombre de tierradentro fue creciendo, al mismo tiempo que crecía su familia. Con su mujer Ana María tuvo cuatro hijas.

Pero no fueron sólo referencias al campo las temáticas de Luna. Hubiera sido difícil de esa manera escribir más de 300 temas. Su primer gran éxito fue Zamba para decir adiós, canción que habla de un desamor.

Pero el himno popular, que lo terminó de situar en un lugar distinguido en el folclore argentino, fue Mire que es lindo mi país, paisano. Allí sí, se entrecruzan diversas temáticas e ideas de Luna que, además, aparecían en cualquier entrevista o charla. El amor a la tierra, al país, a la patria. Todos esos términos le sirvieron al cantor popular para muchos de los discos que logró editar.

Ese momento, el de la grabación de un disco, era un momento mágico para él. De profunda significación artística. A partir de 1968, esa magia la experimentó en decenas de ocasiones. "Estás solo, con una semiluz, un instrumento, poniéndole letras y música al desasosiego, la angustia o la alegría", le comentó el año pasado, en una de sus últimas entrevistas, al diario La Nueva de Bahía Blanca.

No sólo por su estilo musical se convirtió en un referente. Un contenido crítico hacia los sectores de poder estaba presente en sus letras. Me preguntan cómo ando, puede ser un ejemplo acabado de esto. Un extracto del tema reza: "gobernando desgobiernan, porque la justicia es de ellos y con nombres y apellidos sinvergüenzas andan sueltos".

Premios, distinciones, viajes por diferentes partes del mundo. Prestigio. Visitó Estados Unidos, España, Japón, diferentes partes de América. Siempre con su guitarra y su voz, no necesitaba de mucho más para llegar a la gente, y jamás olvidándose de sus pagos: "Una noche en Tokio miraba la luna y pensaba: 'esta luna mañana va a alumbrar Madariaga o los caminos por donde anduve".

Los festivales (Cosquín por ejemplo) lo tuvieron como un asiduo animador. Desde su lugar, contaba en Córdoba, no tenía poder. No era un político, pero sí "servía para molestar" al menos. Es que las penurias de su gente, como afirmaba, siempre fueron una de sus motivaciones para seguir adelante con su guitarra. "Uno no es tan inteligente como para inventar canciones" afirmaba.

Por si quedaban dudas, de la forma en que concebía su labor, una frase más terminará de definirlo: "Hay canciones que emanan del corazón de la gente".

Estuvo internado desde el pasado 5 de febrero, cuando sufrió una grave descompensación renal mientras estaba por presentarse en el Festival Patagónico de Jineteada y Folclore de Puerto Deseado. Luchó por recuperarse pero esta noche no resistió más. A los 69 años, se fue el músico de poema gaucho, el que podía describir la llanura pampeana con algunos pocos acordes y un par de frases.
Publicado por: Diario Clarín.

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