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domingo, 13 de marzo de 2011

Un balance del Carnaval Federal de la Alegría

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Por Jorge Coscia, Secretario de Cultura de la Nación.

Los carnavales que venimos de festejar, literalmente, a lo largo de todo el territorio nacional son en algún sentido la culminación del espíritu de alegría y consagración de la autoestima nacional que experimentamos en los festejos del Bicentenario del año pasado.
El Carnaval Federal de la Alegría permitió visibilizar, después de 35 años, a los invisibilizados primero por la dictadura asesina y más tarde por la hegemonía cultural de los ’90 que negaba todo lo que tuviera sabor local. En el Carnaval de Formosa, donde tuve el honor de asistir, si contamos todo el fin de semana extendido, hubo alrededor de 70 mil personas; en el del lunes en San Juan y Boedo, epicentro de los carnavales porteños, 40 mil almas festejando; sólo en la noche del lunes en Corrientes, que además celebraba su 50º aniversario, 20 mil. Las escapadas que generamos en estos cuatro días de récords de ocupación hotelera generan un shock redistributivo regional muy positivo, y permiten recargar las pilas para enfrentar con bríos el año que comienza.
Nada de esto se podría haber hecho sin el esfuerzo conjunto del Ministerio de Turismo y la Secretaría de Cultura que operaron mancomunadamente la voluntad política de la señora presidenta de la Nación de recuperar estos “cuatro días locos” del calendario festivo popular. Felicito públicamente a los centenares de trabajadores, a nivel municipal y nacional, que redoblaron sus esfuerzos en cada escenario, ocupados hasta en la última luminaria y los detalles del sonido de los carnavales. Sin el esfuerzo y el talento de todos, junto con los artistas y murgueros que se preparan durante todo el año, nada de estas fiestas hubiera sido posible.
Las murgas y las comparsas han demostrado, una vez más, ser centros culturales caminantes. Cada barrio, cada municipio que festejó los carnavales reafirmó su identidad local, en un marco de verdadero pluralismo, ya que cada región del país lo celebró a su manera, con plena autonomía. Porque la función del Estado Nacional es apoyar y potenciar el talento que brota desde el subsuelo de la patria sin intervenir en nada en las especificidades creativas de las comunidades.
Estas expresiones de fiesta popular, que celebramos en más de 80 puntos del país, implican empuje al turismo, a las industrias culturales, al trabajo comunitario, a la inclusión social y la recuperación de la juventud para trabajar en sus comunidades tras un objetivo común. Son, en ese sentido, un verdadero ejercicio de solidaridad y de expansión de la ciudadanía. El Carnaval, de ahora en más, pasa a engrosar la lista de derechos que tienen los argentinos y argentinas. El Carnaval, me animo a decir, es la cristalización del derecho a la alegría. Y sabemos, como decía Don Arturo, que nada grande se puede encarar sin ella.

Publicado por: Tiempo Argentino.

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